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TAPAUS ES LA PRIMERA DESTILERÍA
ARGENTINA QUE
PRODUCE EN MENDOZA Y A PARTIR DE VINOS
ESPIRITUOSOS DE ALTA GAMA.
En
un remanso de Lunlunta, la tierra
de los Warpes Milcayac, se levanta un templo de pirca
(piedra rodada extraída
del río Mendoza) asimétrico, que protege y esconde un tesoro.
Será por eso que se
llama Tapaus, voz huarpe que nombra la gema más
preciada y oculta.
Por fin la destilería sacó a la luz hace
tres años los primeros espirituosos
argentinos de nivel
internacional.
Elaborados exclusivamente de licor de vino e ingredientes naturales de
la región, no contienen
conservantes ni colorantes artificiales.
La línea de productos abarca una dupla de grapas (de
uvas blancas y tintas), brandys,
destilados, espíritus y licores que se posicionaron rápidamente en el
mercado local y extranjero -la marca exporta a Alemania,
Inglaterra y España- con un diseño
sobrio y moderno, acorde al contenido de las botellas estilizadas.
La construcción, lograda por
el lúcido arquitecto Marcelo
Pedemonte, fue premiada por su diseño orgánico.
En ella se utilizó la luz como un material más,
asociado a la transparente
purificación del alcohol
destilado.
La gama tonal dominante está
dada por referentes
tectónicos, integrando el valle al corazón de
Tapaus.
El jardín del edén es nativo: álamos, olivos
y
cortaderas rodean el
espejo de agua del oasis principal;
y
colgantes,
unos cactus se recortan sobre el techo del
depósito de alcohol.
En el departamento de Maipú,
y a 25km de la ciudad
de Mendoza, la destilería es un destino obligado de la
Ruta del Vino.
Reciben en ocasiones con una alquimia
gastronómica sorprendente: los chorujos, un invento
propio que consiste de chorizos cocidos en orujo en
un alambique.
Luego, es posible alternar con una visita a la bodega Finca Flichman, (y
gozar de la calidez
anfitriona
portuguesa del Grupo Sogrape); o conocer
los procesos
olivícolas en Laur, vecinos de Tapaus.
La casa de los
espíritus virtuosos elabora alcoholes con
alma de anís,
enebro, nuez y frambuesa; muy buenos licores
-nada dulzones- de mandarina, pomelo, miel, limón y rosa mosqueta -con
el que se logra una interesante
fusión del Bloody Mary y Martini que llaman
Bloody Rose: tres partes del licor y una de vodka en
batido en coctelera
con hielo, servido en copa triangular.
El espíritu de anís es bien seco, para tomar de aperitivo
al estilo francés, mezclado con agua helada,
absolutamente digestivo, tiene 50° de graduación
alcohólica.
Sirve también en la cocina, y es ideal para
terminar de ligar una salsa con hinojos para carnes
blancas, de
ave o pescados.
La versión de enebro es el gin nacional por excelencia (del francés
genievre, enebro).
Para beber solo (40° grados) o con tónica
Schweppes y un gajo de limón sutil.
Su destilado de
Pisco, si bien es de
menor graduación (35°), se emparneta con los
mejores peruanos, superando en calidad
todas las versiones
chilenas.
Por su suave contenido etílico,
es perfecto para Pisco Sours livianos.
La grapa de
orujo de uvas tintas es tan clara como la de uvas blancas,
inmediatamente destilada,
pero cada cual tiene un aroma y un sabor diferente.
Para tener las dos, y comparar.
Se las puede consumir ahora o guardar varios
años, que suavizan
la bebida.
Y tener el tesoro en casa.
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