La grappa, herencia de las oleadas migratorias italianas que encantó a
nuestros abuelos, hoy pretende cautivar al mercado una vez más.
Ahora, a través de variedades premium que alcanzan los $ 100 la medida.
Este destilado conocido como Aqua Vittae por sus propiedades
revitalizantes, que adquirió su nombre por volverse popular hace más de
400 años en un pueblito cercano
al Monte Grappa (45° 52′ 22.76″ N, 11° 47′ 57.05″ E;
comentario HW), en Italia, busca desprenderse del prejuicio que la
considera una bebida poco elaborada y barata,
para llegar al público más conocedor y sofisticado.
Si bien se hizo popular en Italia, la grappa hunde sus más profundas
raíces en la antigua civilización egipcia y se popularizó en Buenos
Aires en las décadas del 40 y 50,
cuando nuestros abuelos fueron pioneros en lo que hoy se conoce como
after office.
Por otro lado, y gracias a sus facultades para calentar el cuerpo en
invierno, se acostumbraba tomar un trago corto en las mañanas, para
comenzar la jornada.
Hoy, la vuelta de la grappa viene de la mano de la gastronomía gourmet y
la cultura del vino. Tanto es así que las principales marcas están
sacando al mercado estos destilados, pero ya no con el hollejo de uvas
moscatel, sino apuntando a variedades más sofisticadas e insignia, como
el Malbec y el Torrontés.
«La evolución de esta bebida es clara. Hay un salto de calidad. Nuestros
ancestros la usaban para calentar el cuerpo.
Ahora va como un buen bajativo o un trago para compartir con amigos,
pero no es algo masivo.
Nuestra grappa está hecha con una selección de uvas varietal Malbec y
que cuenta con certificación orgánica.
Además, sólo producimos 2.000 botellas de medio litro al año, a un
precio de $ 190 cada una», explica Luis Steindl, gerente de operaciones
de Bodegas Norton.

Cultura gastronómica
La oferta de esta bebida no sólo crece, sino que busca
un espacio dentro de la cultura gastronómica porteña.
En el restó Oro y Cándido de Palermo, por ejemplo, ofrecen el famoso
café con grappa, conocido en Italia como el «café correto» y en España
como «carajillo».
En este lugar encontraron otro uso para los tan famosos, en estos días,
dispensadores de alcohol en gel, rellenándolos con grappa para que los
comensales humedezcan los biscottis.
El éxito de la reinserción de esta bebida en nuestra
cultura busca despojarla del prejuicio de bebida «áspera en paladar y
ruda» que intimida a la gente.
Según explica Jorge Manson, uno de los dueños de Grappa Carajo y del
restó Oro y Cándido, «a la gente le decís la palabra grappa y ya le da
miedo, pero le ofrecés tequila y les encanta. Es un tema cultural. Claro
que estamos hablando de una bebida de alto octanaje (entre 40 y 50
puntos de graduación alcohólica), pero no difiere de lo que tienen otros
aguardientes
como el Pisco peruano.
Por eso mismo, en Carajo sacamos la variedad 80/20, que es con el 80%
Torrontés y el 20% Malbec, más perfumada, mucho más frutada».
A su vez, esta noble bebida que busca su espacio entre
el vodka, el tequila e incluso el gin, reviste la posibilidad de ciertos
agregados. Si bien, como explica Miguel Ángel Carballo,
de la Bartenders School de Buenos Aires, «no existe una variada gama de
tragos hechos a base de este aguardiente, se lo puede mezclar con
cítricos, como limón o naranja. Además,
se puede mezclar con miel de abejas.
De hecho, una de las bebidas más populares en Uruguay es la «grappamiel»,
donde ya viene la mezcla preparada y embotellada.
El circuito grappero porteño continúa por Palermo
Hollywood, donde la Cantina Grappa ofrece más de 10 variedades de
grappa, algunas de ellas no figuran en la carta y están reservadas para
el pedido de clientes más conocedores.
En esta típica cantina italiana, conocida por sus pastas y la pizza a la
parrilla, encontramos afamadas marcas italianas como Alexander, Luxardo
Platinium e incluso Bocchino (selección Cantina Privata), cuya medida
cuesta $ 100, según nos cuenta el dueño de esta trattoria, Jorge Basile.
Sector ABC1
«La idea que tenemos es apuntar al sector ABC1 e
imponer la bebida como trago premium.
Además, la grappa es insignia argentina, por más que provenga de
inmigrantes italianos, son ellos quienes también formaron este país»,
indica Steindl al explicar la estrategia de difusión de este aguardiente.
Sus palabras encuentran eco en la voz de Jorge Manson,
quien comentó que al principio la Grappa Carajo se iba a llamar El
Renegao, para lo cual se reunieron con el caricaturista Roberto
Fontanarrosa con el fin de pedirle el permiso para usar el nombre y
diseñar la etiqueta del envase.
«Después cambiamos a Carajo, porque si bien queremos que sea una bebida
insignia de la Argentina, como lo es el tequila en México, el ron en
Cuba o el aguardiente en Colombia, entendimos que esta bebida es más
urbana.
En el campo se daba más la ginebra y no queríamos confundir al
consumidor», agrega.
Sin perjuicio de que este destilado debe tomarse en vasos cortos o copas
de champán, sin mayores mezclas y a 12 grados de temperatura, lo cierto
es que la grappa también arribó
a las barras de los boliches.
En el club 878 del afamado barman Julián Díaz, ubicado en Palermo
Hollywood, podemos disfrutar variados tragos, incluso algunos con
maracuýá, jugando con sabores más tropicales, pero conservando la
tradición de la grappa. |